
Los expertos señalan diversas alternativas que el emprendedor deberá valorar y, en su caso, combinar, en función de las características de la empresa:
Vender un producto. «Si el producto es conocido por el público y su precio es reducido (inferior a 100 euros), el objetivo de la web puede ser la venta», afirma Carlos Delgado, consejero delegado de Level Up. Además, si la web va viento en popa puede ayudar a crear una marca personal, lo que tiene varias aplicaciones comerciales. Por ejemplo, un profesional del márketing, podría aprovechar el tráfico generado por su blog para ofrecer servicios de consultoría o formación online.
Insertar publicidad. Una de las opciones más evidentes es buscar anunciantes cuyo público objetivo coincida con el perfil de usuarios que visitan la web. Para ello, hay que habilitar espacios dentro de la página en los que tendrán cabida los banners. Estos formatos pueden ser a su vez estáticos o audiovisuales, e incluirán un link para acceder a la página del anunciante. El problema de esta modalidad es que el espacio del que dispone una web es limitado. Además, el anunciante juzgará la rentabilidad de su inversión por el número de clics que obtengan sus banners, algo difícil de controlar.
Marketing de contenidos. Una alternativa más sutil a la anterior es ofrecer al anunciante la posibilidad de influir en sus potenciales clientes a través de los contenidos de la web. «Que el soporte tenga capacidad de influir sobre sus usuarios es lo que aporta valor a las marcas y por lo que éstas están dispuestas a pagar hasta diez veces más», señala Plácido Balmaseda, director general de Antevenio Rich & Reach. De este modo, como explica el experto, la web puede generar contenidos afines al anunciante y utilizar su poder de prescripción para potenciar la venta de productos.
Esta posibilidad, que se puede articular, por ejemplo, a través de un contrato de patrocinio, es idónea para los blog y las redes sociales.
Datos de contacto. Otra opción es obtener los datos de las personas que visiten la página y ofrecer al anunciante la posibilidad de realizar campañas de publicidad segmentadas por sexo, edad o lugar de residencia, entre otros factores. Para obtener estos datos, la web tiene que ofrecer al usuario algún tipo de información que sea de su interés (por ejemplo, una newsletter o el informe generado después de utilizar una herramienta online). No obstante, es importante cumplir rigurosamente con la normativa en materia de protección de datos.
Vender la web. Puede que no sea el objetivo inicial (y es bueno que no lo sea) pero cabe la posibilidad de que un sitio web gane tanto atractivo que acabe recibiendo una oferta de compra, incluso antes de ser rentable. Para ello es imprescindible que acumule tantas visitas que se convierta en un referente para un segmento de la población determinado o en una temática concreta.
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