Los presupuestos que plantea el Gobierno con el acuerdo del grupo confederal de Unidos Podemos, En Comú Podem y En Marea tocan varias figuras impositivas y crean alguna nueva para recaudar cerca de 6.000 millones de euros para sufragar gasto social y seguir con el ajuste del déficit. 

En primer lugar, en el IRPF, según el texto presentado por Moncloa, se incluyen dos tramos más a partir de los 60.000 euros: desde los 130.000 euros se subirá el tipo estatal dos puntos y a partir de los 300.000 euros, en cuatro puntos (los nuevos tipos estarían, en términos generales, asumiendo que los estatales son idénticos a los autonómicos, algo que no ocurre en todos los casos, en el 45, el 47 y el 49 por ciento, por ese orden en los nuevos tramos). 

«En principio, no me preocupa demasiado, aunque si tenemos en cuenta que las comunidades autónomas tienen capacidad para modificar la ‘mitad’ de los tipos de la tarifa general, el resultado puede conducir en algunas autonomías a tipos marginales totales bastante elevados», afirma Jorge Onrubia, profesor de la Universidad Complutense. Santiago Lago Peñas, profesor de la Universidad de Vigo, añade: «En ningún caso el tipo marginal máximo debería superar el 50 por ciento. Es un límite más que simbólico». Y ya estaríamos cerca, aunque a mediados del siglo XX y en países como EE.UU. o el Reino Unido, los marginales llegaron a superar el 90 por ciento. 

Miguel Ángel Bernal, del IEB, comenta que el cambio propuesto afecta a poca gente y, por tanto, implica poca recaudación. Los técnicos de Hacienda (Gestha) han calculado que sólo 121.550 contribuyentes se verían afectados por este incremento del IRPF. Para Bernal, el problema de este impuesto no está en los tipos, sino en la gran abundancia de deducciones y reducciones que existen. 

Según Lago Peñas, la recaudación adicional efectiva de la subida será muy menor. También porque, ante una subida de tipos, algunos contribuyentes reaccionan buscando fórmulas de elusión o trabajando menos. 

José María Mollinedo, de Gestha, comenta, precisamente, que la gran limitación del IRPF es la elusión fiscal: sólo el 4 por ciento de los contribuyentes declaran rentas de más de 60.000 euros, lo que les convertiría en ‘los ricos’. Ello no tiene sentido, dice Mollinedo; lo que ocurre, apunta, es que muchos declarantes constituyen vehículos a través de las que canalizan rentas. Ya lo dijo el presidente Sánchez en una entrevista en La Sexta: las grandes fortunas no pagan IRPF. Y, antes de él, el exministro Cristóbal Montoro. Mollinedo afirma: «No es posible que los ministros de Hacienda consideren este problema como algo inabordable». Propone como solución la inspección: «El 80 por ciento de la plantilla se dedica a investigar a los pequeños contribuyentes y el 20 por ciento, a los grandes. Habría que invertir esa relación de forma paulatina», dice Mollinedo. 

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